viernes, 4 de enero de 2008

Malaver-Carranza

Siempre nos hacemos la misma pregunta cuando subimos al tren. Estamos comunicados, compartiendo sin darnos cuenta muchísimos pensamientos pero tenemos miedo al ridículo por esto no decimos con salvaje sinceridad lo que pensamos, o no usamos el corte de pelo que querríamos, o bien escribimos utilizando la primera persona del plural. Queremos ser parte de algo, queremos que en la multitud se ampare nuestras conductas y pensamientos, queremos muchas veces que nos quieran y entendemos que se quiere a los iguales. La hermana pertenencia nos hace ver en el espejo social y en las revistas muertas de los domingos que estamos dentro de la sociedad y la hermana rutina nos demuestra que somos incapaces de llevar a buen puerto, si es que tiene, a la madre transgresión.
P.E.Q.L.

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