miércoles, 6 de febrero de 2008

La octava parte

En algún bar de la boca, con algún amigo baqueano, con algún tango de fondo y con algunos vinos por descorchar, se me revelo como por gracia divina un numero, mas precisamente un porcentaje. No creo ser un erudito en cuanto a mujeres se trate, entiendo que ni freud supo que querían las mujeres, es un genero bastante complejo, por eso, como pasa en todos los cuasi relatos que me da por escribir, voy a teorizar tomando como base el conocimiento empírico mió y de algún amigo que tome y obligue.
Desde la adolescencia, la inquietud por llegar al corazón-cama de una mujer hizo que mi personalidad fluctúe con demasiada frecuencia. Recuerdo, para regocijo de la barra, la vez que me estudie la discografía de sex pistols, para poder ir al salón pueyrredon y así lucir la remera que me había comprado en honor a una chica que le gustaba esa banda, para mi ponerme esa remera implicaba conocer todos los temas de la banda.
Otra vez, fui hippie y aprendí a hacer pulseras con hilo encerado y tirar hasta cuatro clavas para poder expresarme de algún modo familiar, mientras no hablaba con una amiga de plaza Francia. Así pase por “metrópolis” a ver un recital de los hedes, por “el museo del rock” con un pañuelito stone en el cuello, me anote para hacer el cbc de letras en drago a la mañana y me hice adicto a las drogas. Todas las mini-vidas que tuve se las debo al genero femenino, y mi forma de saldar esa deuda es viviendo al máximo cada vida.
Pero llevar una vida estereotipada determinada es solo el embase, el néctar esta en cada uno y la teoría porcentual que mueve este relato revela que el néctar que quieren beber las mujeres se encuentra en el 12.5 % del genero masculino, el otro 87.5 %, si bien puede estar con una o varias mujeres, no lo será nunca por merito propio, la decisión es femenina, es en el menor de los casos donde la mujer cae rendida sin lugar a decidir nada. Mediante la subdivisión del genero, y tras haber vivido e interiorizado en las experiencias de la barra llego a esta conclusión.. “De todos los hombres la mitad son putos, de la mitad que son heterosexuales, la mitad se queda callado, de la mitad que habla, la mitad dice solo frases groseras que empiezan con “eh mamita…”, y solo la mitad restante es la que verdaderamente conquista a las mujeres, muchos podrán llamarlos chamulleros o galanes, yo opto por decirles criteriosos, saben lo que quieren como, cuando y donde, solo tienen que buscarlo con vehemencia y seguridad para conseguirlo”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Queda abierto tu abanico de vidas?
por cual navegás ahora?
de tu octava parte...
La mujer desea confiar (aunque muchas veces la mente se dirija hacia el otro extremo, se trata de la imaginación), lo hace tan libremente que nunca sabe con que parte de esas pequeñas que describiste se cruza, hasta que convive con sentimientos que la destruyen o la fortalecen...
Muy bien logrado...